Tiene 20 años, nació en Santiago y dice que no podría vivir en un lugar más pequeño. Su lado social y solidaria lo desarrolla sin culpa, participa de una parroquia. Se reconoce como una persona creyente de la religión católica pero del siglo XXI. Promueve con un testimonio único la donación de órganos, ya que para ella su padre es la imagen de que la vida puede continuar en medio del dolor. Siente una deuda tremenda por no poder agradecer a la familia que le permitió seguir disfrutando en familia. Es de pocos amigos pero buenos. Una soñadora y enamoradiza mujer que aun tiene muchas cosas pendientes.
Publicado por: Javiera Díaz
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